Por Patricia Ceppa
Sali a caminar, sintiéndome un poco transgresora, y nuestro parque, un sábado precioso de otoño a las 4 de la tarde, se veía así.
Desierto.
Nuestros espacios de recreación, todos, en este tiempo de pandemia, cuarentena y aislamiento, nos están vedados.
No hay bares, ni restaurantes, ni cafeterías, ni cines, ni teatros, pero tampoco plazas y parques.
Está situación tan distinta, tan inusual, no discrimina, adultos, jóvenes y niños todos igualados en el encierro y la ausencia de los espacios que habitualmente habitamos.
El cesto de basura, mudo testigo de la falta de personas, por primera vez, limpio y vacío.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario